He decidido leer los libros ignorados de mi estantería. Me resisto a llamarla biblioteca, a pesar de la presión de la influencia de cierto erudito. Me resisto a la erudición, como actitud; sospecho vanidad, egolatría, bajo ella. Por supuesto, me resisto a mí mismo; cierto erudito, me refiero a aquél, no pudo ser arrogante. También me resisto a creerlo. Como todas mis decisiones, quizá como las de muchos, puede que pierda vigor en unos días; acaso tras descubrir un pasillo nuevo en la biblioteca, si a ésa se le puede llamar así; acaso, cuando llueva un nuevo nombre. Hasta entonces, y a partir de entonces, me dejaré abrir, me dejaré salir; entrar; crecer...
Cuánta, cuánta pretensión...
No hay comentarios:
Publicar un comentario