lunes, 20 de enero de 2014

El agua de Rosetta

Además de otros episodios que no recuerdo, anoche soñé que paseaba por una calle, a la izquierda terrazas de heladerías, restaurantes o cafeterías, repletas de gente, un tumulto del que sobresalía un guiri de pie, debatiendo en su lengua con los de enfrente, y esa lengua resonando por todas partes, en escenas perdidas como reflejos marinos. Sonaba perfecta, coherente, no el barbarbar/blablabla de los ignorantes que pretendemos imitar una lengua que no entendemos. Aquella era una lengua con aparente sentido, como si en mi cabeza, además del español, el valenciano y un poco del inglés, se hubiera grabado otro idioma, acaso el esloveno, acaso el estonio, acaso... ¡el gaélico!
No sé qué decían esas personas, o esas sombras de personas. Me fascina y me entristece saber que soñé una conversación lógica en una lengua ignorada y que esa conversación, y la posibilidad de reconocer ésa lengua y de entender la conversación misma, se haya perdido.

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