sábado, 2 de agosto de 2014
Ojos de búho
Hoy recuerdo la mirada, displicente y sobrecogedora, de un búho real bajo un tenderete de la más vieja Santa Pola, frente al fuerte ignorado. Sus ojos, ámbar o limón, me encantaron durante unos minutos inciertos y únicamente la Luna menguante pudo salvarme de la hipnosis; Luna y búho confabularon la pintura de aquella noche perdida que ha regresado, traída por la curiosidad de los colores y de las aves posibles de Ontinyent. Entonces yo no pensaba en The White Album, que hoy acompaña, anacrónico y casi adictivo, el recuerdo de aquella noche.
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