lunes, 17 de febrero de 2014

Déjà entendu

Fin. Apenas había cerrado el libro, todavía maravillado por el nombre, cuando interfirió, desde el otro extremo del pasillo, la voz de mi padre, el chasquido de la puerta, el silencio del resto, la imaginación. Ya no recuerdo lo que decía, a pesar de haberlo oído, fantásticamente, dos veces. Devolví el libro a su anaquel, donde rescaté otro que, hacía tal vez un año, había dejado inacabado; una monografía acerca del origen del cristianismo. Leía, de nuevo, su primera página cuando escuché la voz de mi padre, el chasquido, aquella expectación, el mismo mensaje que he olvidado. Fue, técnicamente, un déjà vu. La rareza, sin embargo, fue recordar cuándo había visto (oído) lo que volvía a ver (oír); no sé: tres, cuatro, siete; minutos antes.

1 comentario: