jueves, 16 de mayo de 2013

Como por resquicios

La Noche cae como un telón de terciopelo con alas de murciélago y ojos cóncavos de calavera del desierto.  Estoy bien. A veces no hay que mudarse de casa para cambiar de aires; basta con moverte unos centímetros a la derecha o a la izquierda del teclado o de las huellas, o con inclinar un poco la cabeza, como mirando por encima del hombro, y ver lo que hay más allá de la abismal eternidad de la rutina o del gris industria del adoquinado, como si la realidad fuese como La Noche, un telón, pero arrugado y viejo y con resquicios ocultos por donde colarse para ver La Calle, como en El mundo de Juan José Millás. La vida es una maravilla, por Dios.

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