Pablo Picasso. Paisaje con un puente. Imagen extraída de:http://www2.ups.edu/faculty/velez/Orfeo/span202/Lindy/bridge1909.jpg
Eran dos que se decían poemas, sin verse. La noche se extendía a golpe de imprecisas manecillas y el día llegaba antes de hora, tirando de los párpados, hundiendo los cuerpos en sus lechos. La noche, aunque lata y encantada, no daba sueños.
Un poema decía así:
Melancolía,
el burgo que soñamos,
la plaza de amor,
quedara en las nubes;
lo olvidó mi corazón.
Otro, la repuesta, como sigue:
No hubo sueño,
que libres nos portara
a burgo en cuestión
mas si lienzos que pintar
de calles y ventanas
de fuentes y campanas
que en la vigilia
cantaran nuestra plaza.
Aunque acaso fueran dardos como de cazador, los poemas, sinceros, se confabularon con los hados escribientes y causaron tres ciudades. De las tres, cada una era distinta, con sus avenidas, sus casas, sus templos, sus miradas; y aún las tres eran la misma.
Urbe sagrada
vestigio del pasado
allende el cielo
no te veo, ni siento,
mas te intuyo, tras los sueños.