jueves, 1 de octubre de 2015

Arte

Algunas noches la vida es como aquella tarde en San Pedro o aquella mañana en el Prado, y lo único que es posible hacer es descansar de tanto arte. Pero no puedo y sigo delante del ordenador, abocado a expresar lo que siento, ahogado de tanta emoción; impelido por la fuerza ineluctable del arte que quiere hacerse.
Y veo que no es la obra voluntaria de un hombre. Veo, porque me lo grita el espíritu, que es el impulso creador del universo, en él latente, haciéndose flor en el hombre -flor de pasión, porque es rojo, como el aroma que deja el pétalo de la amapola cuando se lo lleva el viento.
Oh, noche. Oh, noche. Si esta mezcla de luz y lágrimas pudiera escribirse...

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