Juegan,
bailan, vienen y van, las notas del teclado electrónico de Thom Yorke, o del
encantador que pulse las teclas, no sé por quién compuestas. Guess Again. Se
siente como un renacer, como un volver a latir, como un haberlo dejado ya todo
atrás y haberse de nuevo puesto en marcha. Guess Again. Suenan a flauta, a
vibración, a latidos, a tarde, a belleza, a vámonos.
Luego aparece la impotente
voz de Yorke en You and whose army, el sobrecogimiento, la decadencia, la
indignación, la resignación; y progresivamente la epicidad de la crítica, de la
lucidez, de la acusación. We rise tonight ghost horses. La puta mentira. El
engaño infinito. Cómo crece la canción, cómo enseña.
Reckoner. La belleza, la vida, el mundo. Dedicada a todos los seres humanos. Mi
alma dedicada a sentirte, Reckoner, tan trascendental, tan presente, tan
profunda, tan apaciblemente bella. Eres la única. Mi vida
concentrada y latente en un vaso de vino más y esta canción; la canción. Llévame
como me llevas. Dedicated to all human beings. Se siente, Yorke.
Everything
in it’s right place. El inicio, la creación. El abrir los ojos. El ver; todo en
su lugar correcto. Las notas de la lucidez; las notas del despertar. Wake up! Rage against the machine. Rage against the machine. «Rabia contra la luz que se esconde». Contra la mentira; rabia
profunda.
«Todo es Coca Cola», mierda. «Todo es Coca Cola». Me asquea esta red de
codicia y estupidez. Planet Telex.
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