lunes, 17 de febrero de 2014
Déjà entendu
Fin. Apenas había cerrado el libro, todavía maravillado por el nombre, cuando interfirió, desde el otro extremo del pasillo, la voz de mi padre, el chasquido de la puerta, el silencio del resto, la imaginación. Ya no recuerdo lo que decía, a pesar de haberlo oído, fantásticamente, dos veces. Devolví el libro a su anaquel, donde rescaté otro que, hacía tal vez un año, había dejado inacabado; una monografía acerca del origen del cristianismo. Leía, de nuevo, su primera página cuando escuché la voz de mi padre, el chasquido, aquella expectación, el mismo mensaje que he olvidado. Fue, técnicamente, un déjà vu. La rareza, sin embargo, fue recordar cuándo había visto (oído) lo que volvía a ver (oír); no sé: tres, cuatro, siete; minutos antes.
Revisión
No sería tan grave terminar clausurado en esta habitación de este entresuelo de este edificio de cuatro plantas de esta vieja calle de este pueblo alejado de la polla del mundo. Hay muchos libros; muchos, no los he leído. Podría releerlos; revisarlos. Olerlos, escucharlos, tocarlos. Comenzar por el final y finalizar por el comienzo; pronunciar sólo las palabras pares, o las impares; leer del revés. El decurso podría hundirme en una fosa infinita, de gigantes y mandrinos; pero dudo de una eternidad (si tiene que haberla...) más plácida que esta. En esta calle. Con esta gente. Contigo.
miércoles, 12 de febrero de 2014
Matrioska
Estoy en una nebulosa de notas, letras e imágenes. Entre tanto, una perla ignorada brilla, al fondo. Su concha: un manual de arte; su gracia, ser un libro de un libro de un libro. Dicho manual, que es el primero de dichos libros, es el segundo volumen de una colección de arte llamada, con doble redundancia, Art Multivolume. El libro contenido, que es el siguiente en la cadena de tres antedicha, es el de Kells, un evangelario escoto-irlandés del siglo IX; el libro contenido, que es el último, La Biblia, presupuesta, dado su carácter, en el anterior. Redunda decir que la maravilla es abrir un libro que muestre otro que ilustre a otro. La fantasía retorna y se expande al concebir que éste último verse sobre un relato oral; un recuerdo interferido y subjetivo; u otro escrito precedente; y se retuerce al imaginar que, en cualquier caso, fuera una alegoría; historia de otra historia...
domingo, 9 de febrero de 2014
nota
Pretendía componer un haiku, o un tanka, después de tanto. Pero algo tan bello, para algo tan hediondo, es degenerar. Sólo quiero denunciar las luces de epilepsia; el atropello maquillado, como la reincidencia de una carraca pintada; la compresión de la humanidad en sus replicantes altaneros, lujuriosos, horteras. Un garito psicodélico, enrojecido como un prostíbulo, acompasado por tus sesenta, animó a mi decadente pensamiento y valió la noche. También, conversaciones, destellos, algo.
miércoles, 5 de febrero de 2014
Fantasías
Hace más de un año, alguien vendió, donó o almacenó una edición de Planeta de 1986 de una traducción de Luis Gil de 1963 de El Banquete. Hace menos, pero, todavía, más de un año, compré ese libro. Su inmediata lectura resulta, hoy, intrascendente. Un año después, la necesidad de leer el fragmento de Diotima sirve como excusa para recorrer sus páginas, espero (en vano), con algo más de notoriedad. Al llegar a la página 42, Sócrates comienza el relato de Diotima; en la 43, su esquina superior está doblada. Alguien, hace más de un año, marcó el fragmento que yo esperaba hasta hace unos minutos; acaso también lo buscaba; acaso, y aquí se desata la fantasía nocturna y borgiana de mis reincidentes soledades, esa búsqueda, y la mía, fuera el reflejo enésimo de otras desde su generación de 1986. La identidad de esos suplentes, de esos caminantes de libros, se ignora; como ignoraría, y ha de ignorar, mi sucesor en la cadena, sueño, imparable, de búsquedas y encuentros; de muerte y resurrección de la difusa Diotima; mi nombre, que aún dudo, sobre todos, yo, cuál es.
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