martes, 12 de marzo de 2013

Mierda por el suelo

Ya entonces, en los ajenos tiempos en que descendía a los aseos donde hasta el más pollo era un gallito y me aguantaba la lengua como me aguantaba la mierda, miraba sin verlo el miedo en las baldosas húmedas de agua y orín. Tantas vidas después como ha dado el tiempo, ese miedo bajo de olor a vinagre y reír cruel que entra por el culo resuena en el pecho henchido de los gallos como rezuma en la piel africana de mis manos, como si mis ojos asiáticos estuviesen hundidos en una charca de cemento, mis oídos sin tiempo vueltos hacia una caverna de ecos y mis brazos y piernas impregnados de una mierda que no seca.

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