lunes, 8 de junio de 2015

Más fuego

Hablando de inolvidables. No, no puedo olvidar; quiero decir que no debo, y por eso no quiero olvidar. He de recordar siempre quién puedo llegar a ser, qué puedo llegar a hacer, hasta dónde puedo bajar. Recogería la parte de tu dolor, si fuera posible distinguirla, que corresponde a mi ceguera, a mi ignorancia y a mi desvergüenza, y me la tragaría para digerirla yo, no tú, que no lo mereces, ni por tus errores, pocos pero graves. No por evitar la culpabilidad, que quizá sea más pesada que el propio dolor; no merezco la disculpa. Sino por evitarte a ti el gélido fuego que te está matando.
"¡Cuán ciego he sido!", me decía no mucho atrás. ¡Cuán gilipollas! ¡Cuán cobarde! Me digo ahora. Despreciable, ruin, mezquino. Faltan palabras. Y también sobran.
Lo siento, simple pero insuficientemente. Ojalá lo sintiera de verdad y no tú, ángel inocente.

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