lunes, 30 de marzo de 2015

"In a relative way"

Es una obviedad que la vida nunca es exactamente igual, pero los últimos tiempos han deparado un estado entre nuevo y de retorno. Algunas lecturas enjundiosas me han devuelto, junto a cierto cine y su reflejo en la vida, la sensación en el fondo inefable de estar. También, la sensación inconsolable de haber perdido el tiempo. ¡Cuánto tiempo he perdido! ¡Qué simple he sido! ¡Qué ciego! Lamento la arena que ha caído entre los dedos, la lluvia que ha resbalado por mi piel, las heridas que he hendido,  la vida que se ha ido... Es cierto que no hay consuelo, que no lo tengo. Las horas y las noches han expoliado mi vida sin dejar ni los recuerdos. ¡Cuánto tiempo he perdido!

miércoles, 25 de marzo de 2015

Chad

Extraída de: http://pfbc-cbfp.org/docs/news/Nov2010-Jan2011/Un_Paysan_sur_le_Lac-Tchad.jpg

El lago Chad, que dio nombre al país, fue un lago inmenso. Alguien nacido en los años 50, sin embargo, ha podido ver cómo su vida se ha ido secando a la par que sus aguas. No pretendo conmover a nadie con manoseados ecologismos; simplemente lo lamento en lo hondo del alma, como quien llora la muerte de alguien sin clamar venganza. No sólo es un lamento: a menudo he comparado la eternidad con la vida de las aguas o de las montañas, que ya estaban el día en que nacieron nuestros abuelos y que seguirán estando la noche en que nos apague la muerte. Supongo que no es un pensamiento extraño; un saharaui que no ha cruzado el desierto puede concebirlo como un espacio infinito y otro que nunca ha salido de él puede creer que siempre ha existido. Yo, que sé que cuanto me sostiene es una circunstancia reciente y precaria, sentiría como si el suelo se hundiera si de pronto desapareciese. La idea del Apocalipsis no debe de ser muy distinta de lo que sienten ahora aquellos hombres y mujeres nacidos en los 50 y que han visto, sin poder hacer nada y ni tan siquiera comprenderlo, su mundo secarse. 

martes, 24 de marzo de 2015

Pantagruel

La mente pergeñó un ser aterrador que se alimentaba de universos, como un Pantagruel trascendental o metauniversal, un gigante inconcebible e imposible que flota o se arrastra o nada (de eso) por el mar inocuo allende el horizonte, el último confín; fuera de la esfera, el globo universal. Lo pergeña aún cogiendo universos con sus manos metafísicas, incorpóreas o supracorpóreas, levantando o bajando o penetrando con ellos sus fauces abismales y engullendo cual caníbal agujero negro. Mofletes nebulosos y metafísicos como de niño rollizo, como de niño cebado con teléfonos móviles, tabletas, partidos de fútbol, videojuegos de guerra y pornografía por unos padres imbéciles, actores pornográficos del sistema económico metafísico (no olvidemos) en que impostan 1001 posturas allende incluso el Kamasutra. Mofletes nebulosos. Regurgitar lácteo. Un ser aterrador que se alimenta de universos.
La mente.