Ya poco. Siempre queda algo, pero hay momentos, escuchando música, conversando, mirando, en que todo se mezcla y da lugar a una sensación de calma, de dulzura suave, de terciopelo que acaricia sin irse, y parece que no hay heridas, ni espinas, ni eco de plañidos maternos. Ese poco está dentro. Muy dentro. Arraigado en el fondo de lo que soy, en mi piel, en mi sangre, en la suya. Pero el tiempo lo cura todo. Si hay lo suficiente...
La solución es vivir, aprender a respirar, a sentir; caminar, sabiendo que estás caminando; oler, saborear.
ResponderEliminarO comerte y beberte, que al fin y al cabo, es la continuación de lo anterior.