Un cigarro, y su evadirse sinuoso en la noche de un eclipse; un atisbo difuso de puentes etéreos; el eco aún dulce de la canción de un ruiseñor; la Luna llena en lo profundo de dos lagos; una ruta ciega al mar; aroma en los pétalos de un azahar distante.
El reflejo de un rostro en las aguas inquietas del olvido. Una efigie sin mesura. Un nombre. Eso es.
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