domingo, 16 de diciembre de 2012

Metamorfosis

El espacio a priori indefinido que hay entre dos puntos concretos parece tan incierto como indefinido. Se comporta, podríamos decir, como la adolescencia en la vida humana, o como lo silencios en una partitura; una suerte de estados transitorios, de no-seres inquietos, que alienan y confunden a los pacientes atolondrados. Me preguntaba por primera vez en este cenagal intermedio si acaso pudieran dar algún tipo de fruto, o fueran de lo contrario estériles, como podría extraerse de la experiencia. Quizá la respuesta resida en la misma pregunta, pero si es así todo extrañamiento incómodo en esta niebla desorientadora ha sido poco menos que un atisbo de algo. Todo sigue muy turbio, pero quizá la prueba de aquéllo sea ésta consideración de su posible fertilidad, y la misma búsqueda de indicios. Y, al fin y al cabo, es del fondo de estos remolinos de estados y definiciones, donde no hay estado fijo ni definición alguna, de donde brotan, como diamantes de un lodazal, los sólidos estados de conciencia. Y si resultara que no, que se fluya, que se expanda, que caigan las murallas, que se vuelen las banderas. Esta vida está para vivirla.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Dafne Azahara

Un cigarro, y su evadirse sinuoso en la noche de un eclipse; un atisbo difuso de puentes etéreos; el eco aún dulce de la canción de un ruiseñor; la Luna llena en lo profundo de dos lagos; una ruta ciega al mar; aroma en los pétalos de un azahar distante. 
El reflejo de un rostro en las aguas inquietas del olvido. Una efigie sin mesura. Un nombre. Eso es.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Nubes de Levante

Dalí, 'Mi esposa desnuda'. Extraído de: http://www.epdlp.com/fotos/dali5.jpg

Me vi por un instante recorriendo el tramo que precede al confín verde, frío, susurrante, de mi Escocia, a la zaga de una sombra efímera casual, perecedera, y desatado de cualquier cadena erótica; idílico sueño, acaso premonitorio, de un estado libre, volátil, enjundioso; solitario. 
La atracción ineluctable de dejar de ser en uno para ser Ella y en Ella me ha devuelto, cerrando de nuevo el círculo, a girarme sobre la cuerda de funambulista que me sostiene. O acaso debido al vértigo existencial de verme sobre el inmenso, infinito, aniquilador, anonadador abismo del ser supuesto. Qué más da. Lo que importa es a dónde se la llevaba aquella lombriz urbana, y quién era ella. Sin velos, sin perfumes, sin ensoñaciones.