Te asomabas de nuevo, entre el visillo nebuloso que cerró tu espalda hace ya tanto. Volviste, creo que con otro rostro, a ese reclamo en sonrisas de los ojos, en contoneos de cadera, en siseos de los brazos. Pero ahora, si tu faz es nueva y renovado tu poder, mis muros están abajo y te doy la bienvenida. Pasa, siéntate a mi vera, cuéntame dónde has estado, o mejor, no lo hagas, no me hables, sé. Aquí conmigo, a pesar de lo que dicen las fotos, casi me siento mejor. Me noto más yo, más entero, más completo. Ya no faltan, si alguna vez lo hiceron, las pútridas raíces de mi tronco que al suelo me fijan cuando estais aquí, ni el haz de luz que penetra en el universo por la herida abierta de esa puerta.
No más guerras.
Sed, como veais, como os dé, lo que os toque. Ahora me toca a mí revertir los ojos y llegar al fondo, allá abajo, en el tiempo perdido, y ser al fin.
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