lunes, 12 de septiembre de 2011

Ave, tiránico sentir

A ti me confieso, pequeño recuadro blanco que siempre estás dispuesto a escucharme. Confieso que he pecado y que, según las leyes de la razón, sigo haciéndolo. Junto a los pecados, confieso que he yerrado, y es incontable en cantidad. A fuerza de hacerlo, descubrí hace no demasiado tiempo que solo la razón y el pensamiento son capaces de guiarnos a todos hacia el camino idóneo. No obstante, con el tiempo el sentimiento le ha vuelto a ganar la partida al razonamiento y ahora hablo desde el calabozo de su palacio. Si por él fuera, me entregaría en cuerpo y alma a lo sentido, daría mis brazos, mis piernas y mi piel por su faro, dejaría atrás cuanto hiciera falta por llegar. Pero el sentimiento es impulsivo y multiforme, es egoista y caprichoso; es, especialmente, descerebrado y, como tal, carente de planes, ideas, orden... Su movimiento es errático; su hacer induce a error. No es el mejor de los líderes, desde luego. Pero es tan potente...
Ahora daría todo, la vida entera, por lo que siento. Es estúpido. Es jodidamente descabellado. Pero... mierda, sé que es así.
Ahora daría el universo por ella.

2 comentarios:

  1. A falta de equilibrio entre lo racional y lo irracional... Me decanto por lo segundo, aunque así como decía Nietszche, "Hay siempre algo de locura en el amor; pero siempre hay algo de razón en la locura". Déjate sentir, aunque a veces duela más que refugiarse en los caminos rectos que te presenta la mente.

    ResponderEliminar
  2. Hola Laura.
    Después de todo, estoy de acuerdo contigo. La mayoría de las veces el terror por el sentimiento es infundado y tan irracional como él. Los dolores más profundos tienen corta duración y siempre traen con ellos un cielo despejado. Sentir, sentir totalmente, lleva a degustar la vida. El dolor es hasta precio bajo por lo inmenso del vivir.
    Un beso.

    ResponderEliminar