miércoles, 21 de noviembre de 2012

En el túnel.

Vino. Qué momentos. Parece que se valga más del olfato para dársenos que del paladar, socavado, viciado. Y eso que, pienso, tengo uno de esos olfatos inválidos que se repartieron el día en que nací. Debe de ser especial. Acaso vago, o esteta, o todo a la vez.
Dejo la copa sobre la mesa y ya no trato que sea en ese silencio imposible para las vajillas. Repentinamente, la miro un instante, absorto en verdad en no sé qué desvíos, sin fijarme, apenas percibiendo el brillo turquesa de sus ojos, el resplandor platino de su pelo. Más allá de las columnas que sostienen la terraza bajo la que estamos sentados pasa una madre, delgada, con el cabello castaño brillante recogido en una coleta limpia, como un pincel, y se agacha, turbada por un pensamiento distante, sobre el niño que se desliza bajo el cinturón del carricoche. Hasta eso es hermoso, caray, pienso. ¿Has visto la película que te... "dejé"?, acierta a decir ella en esa media lengua que adoptan provisionalmente los extranjeros hasta que, inevitablemente, aprenden nuestro idioma, el de verdad, el semántico y no esa montera fonética que sirve poco más que como pasaporte cultural. No. Estoy parco, distante. Estoy fuera. En seguida me doy cuenta y vuelvo a la mesa, a la terraza, al humo de su cigarro, y me incorporo en la silla de mimbre. Pensaba verla esta noche, es que he tenido mucho trabajo y no he tenido tiempo. Pero quiero verla, me llama mucho la atención, enarbolo rápidamente. Es una contestación evasiva, formal, de trámite; dice y no dice. De pronto su rostro se turba y percibo de inmediato la frustrante confusión de no poder entender lo que te están diciendo. Que he tenido trabajo. La veré hoy, esta noche. Me... "interesa". Ahora todo está claro. Su boca se abre, y sus ojos, que parecen querer tragarlo todo, hundirlo en su azul, quizá ahogarlo dentro y hacerlo así suyo para siempre. No puedo evitar reírme, pero de encanto, del suyo, del que me retiene sentado aunque un demonio de los de dentro me impele a que me levante y camine, o que busque, o vete a saber qué. Qué hermoso es todo, caray. ¿Hay en tu país iglesias como esta?.

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